literature

Los Verdugos de Paris

Deviation Actions

Malorie27bybye's avatar
Published:
1.1K Views

Literature Text

Sherlock Holmes descansaba apaciblemente en su mullido sillón frente a la chimenea, mientras leía el Morning Chronicle de ese día, en sus aposentos de Baker Street. Yo, por mi parte, me hallaba ensimismado en profundas vacilaciones acerca de la naturaleza razonadora de mi buen amigo, quien nunca dejaba de sorprenderme. Su nivel de especulación sin duda rebasaba la capacidad de nuestro eficaz cuerpo de policía, y sin embargo, poseía vastos conocimientos de otras ciencias relacionadas con su trabajo. Su mente era una de las más brillantes y calculadoras de la época, lo cual lo convertía en un pensador eficiente y capaz de resolver hasta los más enredados problemas; tal y como lo había demostrado anteriormente en "Estudio en Escarlata" y el extravagante caso de "El Sabueso de los Baskerville", crímenes que, por su naturaleza, parecían imposibles de solucionar. No obstante, mi compañero logró echar luz sobre todos ellos demostrando que sus métodos, a pesar de ser excéntricos, eran efectivos.
    Holmes, dobló el periódico pausadamente, para luego dejarlo en la mesita de al lado. Soltó un respingo, y juntó las yemas de sus dedos en actitud reflexiva.
- Presiento que un gran caso se acerca, Watson- mencionó con impaciencia.
- ¿Por qué lo dice?- interrogué con extrañeza mientras fruncía el ceño.
- Porque, si no me equivoco, la Señora Turner acaba de abrir la puerta de la calle- empezó al tiempo que se escuchaba la campanilla repiquetear en el piso de abajo. Acto seguido, unos apresurados pasos subían los escalones de madera como si deseara llegar lo antes posible- y la persona que está ascendiendo y que pronto tocará la portilla, nos trae un grave problema a juzgar por las prisas que trae de llegar hasta aquí.
  Pasados unos segundos, la puerta de nuestra habitación se abrió de par en par dejando al descubierto al individuo que se aventuró a pedir el auxilio de mi amigo. Se trataba de una bella mujer de largos cabellos claros y unos ojos verdes que centelleaban en contraste con unas tristes lágrimas, las cuales surcaban su rostro. Parecía tener entre 23 y 25 años, y engalanaba un vestido azabache, lo cual indicaba un infortunio. Sus audaces ojos pasaron de uno a otro, escrutándonos ávidamente, hasta que por fin se centró en mi compañero y pronunció:
- ¿Usted es el Señor Holmes?- averiguó con desesperación mientras se enjugaba su tristeza con un pañuelito de encaje.
- Sí, Señora.- dijo cordialmente- Tome asiento- mencionó señalando una butaca con cortesía. La dama obedeció sin pronunciar palabra alguna.- ¿En qué puedo servirle?- interrogó amablemente.
- ¡Oh, Señor! ¡Es una desgracia!- empezó entre sollozos y lamentaciones- Mi esposo…- gimió dulcemente mientras escondía el rostro entre sus manos.
- Lamento mucho su pérdida…-  me lamenté con total sinceridad, no obstante, me vi interrumpido por mi colega.
- La dama aquí presente no perdió a su marido.- aclaró Holmes, ante la sorpresiva mirada de su clienta y la mía- Ha desaparecido, si estoy en lo cierto- aseveró cruzándose de brazos y observando ningún sitio en particular. Una actitud muy común en mi compañero, la cual, en ciertas ocasiones llegaba a irritarme.
- P-pero… ¿Cómo lo supo?- tartamudeó la Señora abriendo los ojos desmesuradamente con la boca entreabierta. Luego de unos momentos, cayó en cuenta de que su postura no era adecuada, por lo que cerró sus labios, pero sin dejar de escrutar meticulosamente a su interlocutor.
- El collar que adorna su cuello tiene el sello de el famoso mago "Le puissant Antoine", y, si no me equivoco, usted es su asistente en sus espectáculos, la Señorita Anne-Lise Crawford. ¿No es así?- preguntó mirándola con interés.
- Tiene usted razón…- aseguró sin salir de su asombro.- Me impresiona, Señor Holmes. No sabía que era tan observador- testificó con desconcierto. Mi compañero sólo se limitó a sonreír por el halago antes de volver a hablar con caballerosidad.
- Por favor, prosiga a confiarme su narración de los hechos, porque asumo que ha venido hasta mí para que encuentre a su marido- respondió Holmes sumiéndose en profundas vacilaciones.
- Así es…- inició Anne- Lise entre gimoteos y desesperanza.- Mi esposo, Antoine, empezó a comportarse de una manera insólita desde que le llegó un telegrama firmado por "A. L." desde Francia, su país de origen. Le pregunté a quién pertenecían esas siglas, y me respondió que no quería involucrarme en algo tan peligroso; por lo que quemó la carta en la chimenea y siempre evadía mis interrogantes sobre el tema. Pero yo sé, Señor Holmes, que me ocultaba algo y que se hallaba inquieto por tal motivo. Dejó de salir a la calle y se encerraba constantemente en su cuarto por horas sin dirigirme la palabra.
   "Sólo se presentaba en sus actos de magia, que los realizábamos en el Teatro Shakespeare de Serpentine Avenue, pero se seguía comportando de una manera misteriosa. Me preocupé mucho por él, no obstante, aunque le insistía en que confiara en mí,  no quería decirme nada respecto al asunto. Siempre me tranquilizaba diciendo que no tenía nada de que temer. Pero yo no le creía. Sabía que algo oscuro le estaba acechando.
   Fue hace dos días que todo cobró sentido para mí. Era de noche, y continuábamos en nuestro camerino acomodando los utensilios que empleábamos en nuestros actos, y me dijo que me retirara a nuestro hogar a descansar y que él me alcanzaría luego ya que tenía que hablar con David Harrison, el dueño del Teatro. Así que me fui, pero cuando el reloj dio la medianoche, me inquieté mucho puesto que mi marido no había llegado a la casa aún.
    Decidí ir a investigar la causa de su retraso, pero cuando llegué a mi lugar de trabajo, la policía se encontraba en la escena y se hablaba de un homicidio. Me alteré de sobremanera y me acerqué a uno de los caballeros que se encontraban en el lugar y le pregunté quién había fallecido. Se trataba del buen David. ¡El fue tan bueno con nosotros! Nos ayudó a asentarnos en esta ciudad, ya que yo soy norteamericana y mi marido es francés. Hablé con el encargado del caso y le expuse mi situación. El Señor Lestrade me dijo que mi esposo había desaparecido y que no había ni una pista de su paradero".
   Al terminar con su breve relato, la mujer rompió en incontenibles sollozos y gemidos de dolor. Se veía desesperada, y hubiera deseado ayudarla, pero la situación que me exponía se escapaba de mis manos. No encontraba ninguna solución sobre el caso. Sólo esperaba que mi amigo pudiese ayudar a la Señora, y aplacar su tristeza.
   Desvié mi mirada hacia mi colega, quien se encontraba en la misma postura de hace unos momentos.  
- Dígame Señora Michelau, ¿A qué hora se retiró a su hogar?- preguntó Holmes lleno de expectación.
- Como a las diez de la noche- respondió la joven sin ningún consuelo.
- Y el Señor Antoine, ¿Mencionó algo que le haya causado extrañeza?- prosiguió sin inmutarse.
- Bueno… Una vez musitó algo referido a  Los verdugos de Paris, pero después se calló inmediatamente y se retiró de la habitación, pero cuando se lo dije a la policía, no lo tomaron mucho en cuenta. Estoy segura de que aquello tiene que ver con lo ocurrido. Es una corazonada, Señor Holmes; no obstante, dejo el caso en sus manos y espero que logre ayudarme.- manifestó exasperada mientras volvía a enjugarse sus lágrimas con el pañuelo blanco que traía con ella.
- Puede confiar en que resolveré el problema que me ha encomendado.- la tranquilizó mi compañero sin siquiera mirarle al rostro- Ahora sólo le aconsejo que se retire a su morada y trate de descansar. Le aseguro que mi amigo y yo nos encargaremos del asunto de inmediato.
- Muchas gracias- expresó la muchacha con total sinceridad. Se levantó y, despidiéndose de nosotros, desapareció en el umbral de la puerta. No obstante, aún se podía escuchar su tenue llanto.  



    Después del desayuno, Holmes y yo nos encaminamos hacia el Teatro Shakespeare tal y como nos lo había indicado nuestra clienta. Era asombrosa la cantidad de oficiales y periodistas que se hallaban en el mismo. ¿Cómo era posible que los medios se hubiesen puesto al tanto tan deprisa? En este tipo de casos era preferible la ausencia de la prensa, que seguramente ya habría alertado a la población, y posiblemente, al culpable de los acontecimientos. Miré de soslayo a mi acompañante, quien se encontraba en una actitud de total indiferencia hacia los corresponsales que acosaban a preguntas a Lestrade, y a su equipo de superiores.
    Nos allegamos al dirigente, quien proseguía entablando una conversación con los reporteros presentes y no se había percatado de nuestra presencia.  
- ¡Ah! ¡Holmes!- exclamó al ver a mi camarada con toda naturalidad- Pero, ¿Qué hace usted aquí? Este caso esta bajo mis jurisdicciones, así que no son requeridos sus servicios- manifestó con cortesía pero con un dejo de desdén en su voz. Personalmente, me molestó su actitud, puesto que mi colega siempre accedía a aconsejarlo cuando se hallaba en algún aprieto y le dejaba llevarse el crédito de muchos de sus hallazgos; pero Holmes no se inmutó ni en lo más mínimo ante su mordaz saludo.
- Buenos días, Lestrade- pronunció mi buen amigo con caballerosidad- Tengo muy presente la eficiencia de su trabajo, pero los motivos que me traen hasta este pintoresco territorio son simplemente en un ámbito profesional y, como podrá comprender, requiero de su amabilidad para que me explique lo ocurrido anoche en las habitaciones de este anfiteatro.- se explicó rápidamente con la seguridad que le caracterizaba sin dejarse intimidar por las constantes miradas asesinas de nuestro interlocutor.
- Debo asumir que la Señora Michelau le contrató para seguirle la pista al famoso mago, ¿No es así?- interrogó enarcando una ceja, y cruzándose de brazos.
- Está en lo cierto- afirmó mi camarada sonriendo amablemente.- Así que, ya que trabajamos por la misma causa, no creo que deban existir trabas entre nosotros, ¿No le parece?- continuó educadamente.
- Por supuesto, Holmes- aseveró el detective cambiando bruscamente su actitud para comportarse de manera más civilizada y afable que antes.- Con gusto le presento los hechos tal y como sucedieron la noche del 2 de Septiembre- añadió ufanamente y con altivez.
- Su felicidad al pronunciar tales palabras me inclina a pensar que ya posee una hipótesis aproximada del crimen cometido- testificó mi acompañante aparentando sorpresa, pero yo sabía que no era así. Cualquiera que conociera a Holmes tanto como yo podría corroborar mi supuesto, ya que, posiblemente en este mismo instante, la meticulosa mente de mi colega ya se encontraba trabajando en el caso, y no daría nada por hecho hasta haber revisado al cadáver.
- ¡Por supuesto!- exclamó fuera de sí- Es más, hasta podría apostar a que estoy buen encaminado. Como verá, el famoso mago Antoine desapareció la noche anterior entre las 10 pm y las 12 pm respectivamente. La víctima del caso es David Harrison; hombre soltero de mediana edad quien entabló una conversación con el desaparecido entre ese período de tiempo.- empezó teatralmente elevando su tono de voz con orgullo- Me inclino a imaginar que existía una especie de enemistad entre estos dos caballero desde hacia tiempo, lo cual jamás fue demostrado públicamente para no levantar sospechas, y que culminó con la muerte del dueño del Teatro a manos del francés, quien huyó luego de haber cometido el crimen.- finalizó soberbiamente retando a mi acompañante a que le contradijera en su conjetura; no obstante, Holmes le observó unos instantes antes de realizar el siguiente cuestionario.
- ¿Cómo llegó a esa suposición?
- Bueno, el comportamiento del desaparecido es, sin lugar a dudas, muy extraño. Además, el fue el último con quien se fue visto al Señor Harrison antes de una muerte tan brutal. No hay testigos que puedan comprobar su inocencia, y su repentino desvanecimiento nos deja en claro que se trata de una arrebatada fuga con la esperanza de que no le tomaran cautivo- enunció con convencimiento.
    Sherlock Holmes adoptó una postura meditabunda, ensimismado en su propio hilo de pensamientos. Permaneció así unos instantes, pero finalmente decidió poner manos a la obra.
- ¿Sería tan amable de guiarme hacia la habitación en la que fue cometido el homicidio?- averiguó con simpatía y gentileza. Lestrade sólo se limitó a asentir y  nos guió por entre la alborotada multitud hacia el interior del Teatro.
   Los ensordecedores sonidos provenientes del exterior se vieron aplacados al ingresar en el vistoso recinto. Caminamos velozmente por entre las butacas que, en tiempos de obras y espectáculos, eran ocupadas por un sin fin de personas interesadas por sucesos tan dramáticos y extraordinarios. En el ambiente reinaba un silencio sepulcral que provocó que me sintiera incómodo debido a la situación que estábamos viviendo y me hizo reflexionar acerca de la índole de los acontecimientos con los que nos encontraríamos. Sin duda alguna, este nuevo misterio que se nos había presentado hacia unas horas, no tenía ni pies ni cabeza a mi parecer. Traté de seguir los pasos del razonamiento de mi amigo, pero aún así mis suposiciones no se acercaban ni un ápice al nivel de conjeturas y de ideología de mi compañero.
   Pasados unos minutos, nos adentramos en una pequeña y desvencijada habitación, en la que difícilmente cabrían cinco hombres. Poseía un escritorio, lleno a rebosar de apuntes y hojas por doquier, con una silla de madera. Las desnudas paredes le otorgaban un ambiente lúgubre a la sala, y más con la ausencia de decorativos. Sin embargo, mi escrutinio se centró, por sobre todas las cosas, en el cuerpo inerte que yacía en medio de la recámara. Las extremidades de la víctima se encontraban distendidas, sus ropajes se hallaban cubiertos de su sangre, y por si ello no fuera lo suficientemente tétrico, aquella sustancia viscosa y carmín cubría el suelo formando un charco alrededor del cuerpo. Lo cierto es que no deseé seguir observando por lo que desvié mi mirada hacia otro sitio. Quizás, lo que más me impresionó fue el hecho de que la cabeza del sacrificado se hallaba destrozada como si le hubiesen propinado un golpe tan brutal, que no hizo más que fragmentarle el cráneo.
- Todo se halla tal y como lo estaba antes de que acudiera al escenario- explicó Lestrade sin apartar su atisbo de Holmes; pero el mismo ni tan siquiera le miró.
- Eso será de mucha utilidad- mencionó mi colega allegándose a lo que antes fue David Harrison. Tomó entre sus dedos un poco del polvillo que se disponía al lado del asesinado y la inspeccionó entre las yemas de sus dedos comprobando su textura, y por consiguiente, su aroma- Pólvora…- susurró para nadie en particular.
- Bueno, Holmes, de eso nos percatamos mucho antes de su llegada- respondió con antipatía el otro oficial- Está claro que la herida fue ocasionada por un arma- aseguró.
- Bien.- exclamó mi amigo- En ese caso, sabrá usted que el crimen fue cometido por una escopeta de cañones aserrados, puesto que el resultado de aquel disparo presenta contusiones de esta magnitud- declaró señalando los restos del hombre liquidado.-
   Lestrade no presentó objeción ante aquella repentina afirmación, lo cual demostraba que ni siquiera se le había cruzado por la mente aquella suposición. Mientras tanto, mi acompañante inspeccionaba detenidamente la ventana la cual se disponía detrás del escritorio. A continuación, miró los documentos que se hallaban sobre la mesa y los examinó en brevedad. Después de ello se dedicó a pasearse por la habitación sondeando cada pisada que fue realizaba en la misma hasta que, a mi parecer, encontró las huellas que andaba buscando. Se agachó y tomó entre sus manos un poco del polvo que cubría la superficie de la recámara y, realizadas todas las inspecciones necesarias, nos miró con una sonrisa plasmada en el rostro.
- Es una suerte que el dueño de este Teatro no haya sido una persona muy pulcra- mencionó despidiendo un brillo peculiar de sus oscuros ojos, lo cual indicaba que ya tenía una conjetura acerca de lo ocurrido- Ahora, si puedo abusar de su amabilidad, Lestrade, me gustaría que nos guiara hacia el camerino del Señor Antoine…-   
   El detective ni siquiera pronunció palabra alguna, sino que nos indicó que le siguiéramos con un movimiento de su cabeza. Probablemente, no deseó responderle a mi compañero por temor a que le dijera algún que otro detalle que haya pasado por alto. Para él, aquel caso significaba una competencia, como todos en los que había trabajado con Holmes, en la que su reputación se ponía a prueba contra un aficionado en la materia, puesto que mi amigo no era más que eso: un aficionado que sólo gustaba de resolver misterios por el gusto de llegar a la verdad y ayudar a las personas.
   De esa manera, al ingresar en el camarín de la estrella de ese Teatro, mi acompañante se dedicó a realizar los minuciosos exámenes que había efectuado con anterioridad.
- Es curioso…- musitó cuando por fin hubo terminado.
- ¿El qué, Holmes?- interrogó Lestrade altivamente, fingiendo desinterés aunque muy bien sabía que estaba pendiente de todo lo que mi compañero enunciaba.
- No encuentro la varita- empezó reflexivamente- En toda la habitación no hay rastro de ella, y ¿Qué es un mago sin su varita?- el oficial dejó escapar una breve carcajada, como si considerara el reciente comentario alguna broma.
- No estará hablando en serio, ¿o sí?
- Muy en serio, me temo- aclaró sin inmutarse.- ¿Me permitiría revisar el escenario donde el famoso Le puissant llevaba a cabo sus actos?- averiguó cambiando radicalmente el tema. El detective que nos acompañaba se extrañó por aquel cuestionario por lo que solo se limitó a afirmar.
    Holmes dio media vuelta para retirarse y yo intenté seguirlo, pero él me indicó que me quedara en donde estaba, lo cual me hizo comprender que no tardaría en regresar. Y tal y como me había imaginado, a los pocos minutos ya se encontraba nuevamente en nuestra compañía, y no sólo eso, sino que también se acercaba a nosotros con el rostro iluminado.
- El caso está resuelto- anunció con total naturalidad, dejándonos al agente de policía y a mí estupefactos.
- ¿Cómo que está resuelto?- pregunté con incredulidad.
- Eso mismo, justamente- me respondió con una sonrisa que jugueteaba en las comisuras de sus labios. La misma que siempre efectuaba cuando un misterio se ha esclarecido ante sus ojos.- Pero, necesito de su ayuda, Lestrade.- ultimó.
- Antes deberá explicarme que está sucediendo…-intentó condicionar, pero se vio interrumpido por mi compañero.
- Habrá tiempo para las explicaciones más tarde- aseguró con convicción- Ahora, es necesaria la intervención de sus más eficientes oficiales para el asunto que le voy a presentar, ya que desconozco cuan peligroso puede llegar a ser este individuo.
- Le escucho- accedió finalmente sabiendo que no podría hacer nada contra la voluntad de mi amigo, ya que si lo que decía era verdad, pues entonces no había tiempo que perder.
- El sujeto que buscamos se encuentra hospedado en algún hotel cerca de los puertos de Londres. Es un hombre como de mediana edad, mide unos 1.74 metros de altura y fuma un cigarrillo llamado Liberté exportado desde Europa. Además esta persona se distingue por un marcado acento francés.- expuso los datos con certeza y sin dejar lugar a ningún tipo de incertidumbre- No creo que haya algún inconveniente en encontrarlo.
- Emm… Muy bien- pronunció sin salir aún de su sorpresa por la rapidez con la que había podido predecir los aspectos más notables del culpable, y no era el único, ya que yo me encontraba en las mismas condiciones.




- La orden está dada- notificó Lestrade reuniéndose con nosotros en el escenario- Espero que no esté equivocado, Holmes- agregó un tanto nervioso.
- No se preocupe, mi buen amigo- le tranquilizó el aludido- Estoy completamente seguro- aseveró con cortesía.
- Bien…- empezó removiendo sus manos un tanto alterado- Aún espero sus explicaciones- le recordó recobrando su postura altiva y presuntuosa.
- Creo que lo mejor será que el propio Antoine Michelau nos exponga las razones por la que le están siguiendo- apuntó mi compañero ufano.
- Pero, ¿De qué está hablando?- averiguó el investigador abriendo desmesuradamente los ojos como si pensara que mi amigo hubiese perdido el juicio completamente.
- La verdad que yo tampoco entiendo lo que me está diciendo- confesé atónito, a lo que mi colega amplió más su expresión.
- La explicación es simple.- abordó una de sus explanaciones acerca de la manera en la que llegó a una de sus muchas conclusiones- Como bien sabemos, el mago Antoine fue el último con quien entabló una conversación con el propietario de esta institución, David Harrison, antes de ser brutalmente asesinado. Mi hipótesis incluye la aparición de una tercera persona y su participación en el delito cometido, quien fue el verdadero asesino de la víctima y no el acusado. Así que, ¿Por qué no se hace presente Señor Michelau y nos explica con mayor detalle como se presentaron los hechos de la noche anterior?- finalizó ante el estupor presente en nuestras miradas.
   Acto seguido, se oyó un leve chasquido y del suelo mismo del Teatro emergió la figura de un hombre un tanto excéntrico, que vestía un traje fino y un sombrero de copa negro. Sus rasgos angulosos y su mirada felina le otorgaban un aire peligroso, no obstante, su voz delataba que se trataba de una persona de buenas intenciones que no se atrevería a infringir daño a ningún ser vivo.
- Veo que me ha descubierto, Señor Holmes- aseveró con un inevitable acento extranjero- No dudo que usted es un gran detective, y uno de los más perspicaces que he conocido- añadió halagadoramente.
- Señor Michelau, es un gusto conocerlo finalmente- testificó mi buen amigo caballerosamente- Ahora, ¿Sería tan amable de explicarnos su versión de los hechos?
- Por supuesto- declaró con convencimiento- Pero para entender la naturaleza de los acontecimientos que se presentaron recientemente, antes deberán oír la razón por la que Aaron Lefroy me persigue y por la cual intentó asesinarme anoche.- Los tres asentimos, permitiendo que nuestro extravagante adjunto continuase con su historia- Cuando era más joven, era un muchacho muy intrépido y atrevido, por lo que en muchas ocasiones me vi en medio de muchos pleitos y también asociado en malas compañías. Esto mismo me llevó a formar parte de una cuadrilla de bándalos llamada Los verdugos de Paris, entre ellos se encontraba Aaron con quién solía batallarme a menudo. Él nunca confió en mí.
   "Así, dio inicio mi vida delictiva. Al principio realizábamos crímenes de menor importancia, como lo son robar, estafar, y muchas otras actividades. Lamentablemente, no estaba en mi sano juicio cuando decidí unirme a esa banda, y de haber sabido la clase de personas que eran antes me habría alejado de ellos anticipadamente. No obstante, no pudo ser posible. No abrí los ojos hasta que un hecho cambió radicalmente mi vida. De una manera u otra me vi involucrado en un homicidio, aunque yo no estaba enterado de nada hasta que me ordenaron enterrar el cuerpo.
   Imagínense mi pesar y mi temor al descubrir que mis amigos, las personas en las que confiaba plenamente, no eran más que unos viles asesinos. Es por esa razón que huí de mi país natal y estuve escapando de Aaron por años. Yo tenía algo que seguramente podría haber encerrado a toda la cuadrilla, y aún lo conservo, pero no la presenté ante las autoridades por la simple razón de que soy un cobarde. Y lo admito.
    Así emigré a Norteamérica donde conocí a Anne- Lise, mi bella esposa con la que no me arrepiento de haber formado una familia, aunque ella jamás supo mi pasado puesto que no quería involucrarla con personas tan temibles. Así que, para mantener este secreto oculto, tuvimos que venir a vivir a Londres, ya que sabía que me seguían la pista. Desgraciadamente me encontraron.
    Aaron Lefroy averiguó que trabajaba como mago en este Teatro y acudió la noche anterior con la intención de exterminarme. Lamentablemente, David se interpuso en el camino de la bala y fue él quién pereció cuando debía haber sido yo. ¡Debí haber sido yo!- enfatizó frenéticamente con pesadumbre- Sabía que venían a por el documento así que me oculté en la trampilla que utilizo en mis espectáculos. Jamás pensé que llegaría tan lejos… yo…"- intentó proseguir pero la culpa que sentía no le dejaba continuar.
- El documento que menciona, lo tiene oculto en su varita, ¿No es así?- inquirió Holmes mientras sus ojos centelleaban.
- Así es.- afirmó Antoine.- Su interior es hueco- explicó sacando el elemento de su traje y, desenroscando uno de sus extremos, obtuvo de su interior una hoja amarillenta y desgastada.
- ¿Por qué no presentó ese papel a las jurisdicciones mucho antes?- indagó mi colega nuevamente.
- Porque sabía que, aunque les explicara que yo no había tenido nada que ver en el asesinato llevado a cabo hace años, no me creerían. Mi nombre aparece en el manuscrito- el ilusionista se estremeció de solo imaginar lo que hubiese ocurrido en ese entonces.
- Bueno, pero ahora no tiene nada que temer- lo apaciguó mi amigo- Estoy seguro que Lestrade cree en su palabra después de lo ocurrido en estas horas, y además, si el escuadrón de policía tuvo suerte en su encomienda, el culpable por la muerte de David Harrison ya está en manos de la justicia- señaló Holmes entusiasmado por su reciente logro.- Y ahora, si no hay nada más que hacer aquí, el Doctor Watson y yo nos retiraremos a almorzar- ultimó realizando una leve reverencia ante los caballeros y encaminándose orgullosamente a la salida del Teatro en mi compañía.



        Una vez en nuestros aposentos de Baker Street, ambos nos hallábamos engullendo la deliciosa comida preparada por nuestra casera, la Señora Turner. Como era de costumbre, Holmes devoraba sus alimentos con ahínco como después de cada caso resuelto.
- Hay algo que no entiendo aún…- empecé pensativo y confundido. Todavía no encontraba respuestas para muchos de las afirmaciones que realizó mi compañero acerca de la naturaleza del culpable- La historia que nos narró el Señor Michelau sin duda me ayudó a echar luz sobre ciertos puntos, pero aún existen otros que no los comprendo en su totalidad.
- ¿Cuáles son sus inquietudes, Doctor?- interrogó el detective prestado atención a cada una de mis palabras.
- La altura y la edad del culpable entiendo como logró predecirlas, por la distancia entre cada uno de sus pasos y la fuerza de sus pisadas- Mi colega asintió en señal de que estaba en lo cierto- Pero, ¿Cómo supo que fumaba Liberté y que además se hospedaba en un hotel cerca de las zonas costeras?- curioseé.
- Como bien sabe, Watson, he realizado varios estudios acerca de los tipos de cenizas de los diferentes cigarros de todo el mundo, ya que opino que esos mínimos detalles pueden proporcionar información realmente valiosa a la hora de realizar mis conjeturas. De ésa manera pude predecir el nombre de los mismos y, por lo tanto, la nacionalidad del culpable.- expresó lentamente tomando una pausa para beber un poco de agua- En cuanto a mi teoría acerca de el lugar en donde podría hospedarse, lo descubrí por restos de arena salina que dejó en el piso de la habitación del gerente cuando entró a inspeccionar sus papeles- aseveró sin darle mucha importancia al asunto.
   Quizás para mi amigo era muy fácil de resolver este tipo de misterios, pero para mí, nunca existirá un misterio tan grande como lo es Sherlock Holmes.
Holasssssss!!!
Bueno, este Fanfic lo escribí hace como 3 años atrás xD
(Lo sé, mucho tiempo)
Para una tarea escolar ;D El trabajo consistía en elegir
determinados elementos que mi profesora había traído a clase y también escoger a un personaje de película, videojuego, televisión o de algún libro... Yo escogí, como podrán haber notado, la varita y a Sherlock Holmes, el detective inglés más ingenioso y extravagante de la historia xD Y así fue como nació esta historia que hoy quiero compartir con ustedes...
Personajes provenintes de la obra "Sherlock Holmes" escrito por Arthur Conan Doyle. Algunos personajes son de mi propia invensión, así como también la historia que se desarrolla...
Espero que sea de agrado ;D Y conozca a seguidores de esta maravillosa novela :meow:
Espero comentarios!
Nos estamos viendo!
Bye~
:tighthug:
© 2011 - 2024 Malorie27bybye
Comments5
Join the community to add your comment. Already a deviant? Log In
Rousalka12's avatar
La historia me gusto mucho, no eh leído la obra del autor pero estoy segura que el trama tiene la misma esencia.
Ya me dieron ganas de comprar el libro XD